MIS PEORES PECADOS - III Ver más grande

MIS PEORES PECADOS - III

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No tuve una relación especial con mis hermanos. Eran mucho mayores que yo, seis años mi hermano y ocho mi hermana. Mi madre me conto que fui un hijo casual que cuando nací mi padre dijo al menos es niño...

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No tuve una relación especial con mis hermanos. Eran mucho mayores que yo, seis años mi hermano y ocho mi hermana. Mi madre me conto que fui un hijo casual que cuando nací mi padre dijo al menos es niño.
Mi primer pecado grave lo cometí a los 5 o 6 años, sé que tenía menos de siete. Mi hermana me obligaba a dormir la siesta con ella en su cuarto, el mejor cuarto de la casa, el único exterior. Aquella tarde de verano no sé porque me dio por curiosear las partes ocultas de mi hermana. Nunca había visto el pubis de una mujer, ella dormía o al menos eso creía yo, así que la destape y me sorprendí al verle el vello púbico, era pelirrojo y no imaginaba que las mujeres tuvieran vello en el pubis, tampoco había vista ninguna fotografía o cuadro de mujer desnuda.
Aquello me genero sentimiento de culpabilidad, no sé muy bien si tenía connotaciones sexuales o simplemente fue curiosidad infantil, pero de alguna manera rompí una norma, indague en algo desconocido y prohibido y es posible que incluso sintiera que traicionaba la confianza de mi hermana, ese fue el sentimiento que albergue hasta muchos años después. Hoy pienso conociendo a la muy zorra de mi hermana que siendo como es, se tuvo que dar cuenta de sobra de mi acción y que fue complaciente
Sé que tenía esa edad aproximada porque creo que fue uno de los dos pecados graves que me confesé para poder hacer la primera comunión libre de pecado, entonces se hacía cuando uno alcanzaba el uso de razón a los siete años. No entiendo como ahora hago lo mismo
El otro lo cometí con mi amiga Marichelo, la hija de Rafael, el frutero de debajo de mi casa. Marichelo era al menos un año mayor que yo. Era alta y muy guapa. En el descansillo de la escalera del primer piso de mi casa nos enseñamos con premura yo la pilila y ella el culo. He de confesar en mi defensa que la idea fue suya Y he de reconocer que negociando fui un desastre. Me hubiera encantado contar durante toda mi niñez con el recuerdo del pubis de Marichelo.
Fueron las dos únicas veces en las que fui un niño rebelde. En el resto de mi infancia fui un niño dócil.
Aquellos tres primeros premios consecutivos, a los 11, 12 y 13 años por dirigir el coro de mi clase fueron una total mentira. Yo no dirigía el coro para nada, todos lo sabíamos, inclusos los de las otras clases, hasta los tutores de las clases lo sabían. Lo único que hacia es el payaso, aparentemente convencido de que dirigía un gran coro de verdad a la manera de un apasionado director de orquesta. Todos aceptábamos esa farsa con naturalidad y nuestra clase y el director del colegio se lucia delante del alcalde y de los demás facinerosos de la época. En mi casa también lo tenían asumido y aquello era normal mientras me fotografiaban recibiendo el premio de las manos de aquellos representantes de las fuerzas vivas.

Aquellos fueron mis éxitos mundanos. Sin embargo lo que si recuerdo con orgullo de mi infancia, fue la cabaña de barro y de piedra que me construí en un bancal del campo de mi padre, donde pasábamos todos los veranos. Aburrido y solo, me dio por hacerme un rancho, al uso de las películas del oeste que veía. Aquella caseta de poco más de un metro cubico, y aquel cercado de caña que me ayudo mi hermano a construir, fueron para mí todo un éxito de capacidad de trabajo y constancia del que todavía hoy me siento especialmente orgulloso. Unos años después mi padre pasó el motocultor y de mi rancho desapareció todo vestigio material pero no mí de corazón.
Llega un momento en que uno empieza a ver su futuro tan yermo como su pasado. Es el momento entonces de recapitular y continuar viviendo la vida sin prisas.
Mi padre era un solitario. Con gran capacidad para relacionarse que no ejercía y de cautivar a cualquier interlocutor que se le pusiese delante. Daba la sensación en la intimidad que no solo se sentía superior sino que no le interesaban cuantos le rodeaban. No recuerdo a nadie a quien pudiera considerar amigo de mi padre. Siempre alabaron su capacidad y su inteligencia. Ahora me doy cuenta que nunca su bondad ni su sensibilidad. En las reuniones cualquiera podía el centro de una broma que lo pudiera hacer sentir ridículo destacando con ello su hegemonía dentro del mismo. Si alguien se revelaba siempre quedaba fuera de aquel macabro juego y en ridículo. He de reconocer que conmigo nunca lo empleo, siempre creí que era por mi habilidad para hacer de payaso. Con mi hermana tampoco pero con ella era por miedo a que perdiera los estribos y enloqueciera cosa que a mi padre le daba miedo. La relación entre mi hermana y mi padre era particular. Creo que él la quería y la despreciaba a la vez porque la conocía y la sentía identificada con una parte débil de su entorno familiar íntimo. La despreciaba por su falta de inteligencia, su incompetencia y su debilidad emocional y se enorgullecía por otro lado de la brillantez egoísta de su casta. La inteligencia y la falta de cordura en el entorno de mi familia paterna se mezclaban de una forma particular y exacerbada. La relación de mi hermano con mi padre no era extraña sino enferma. Mi padre aparentaba subestimar a mi hermano. Y este como un corderito se pasaba la vida intentándole demostrar a mi padre que era más capaz que él, lo cual reafirmaba a mi padre. La victoria de mi hermano sobre nuestro padre es que huyo de él. Poner tierra por medio fue sin lugar a duda un importante logro de mi hermano.
La relación entre mi padre y mi madre sigue siendo para mí un completo misterio. La falta de expresión pública de afectos era un factor común en aquella época. Los hombres y las mujeres no se tocaban públicamente. Los jóvenes se tocaban con sus novias a escondidas Y no está bien visto ni que un hombre tocara a su mujer y aun peor que una mujer tocara a un hombre. Las expresiones de cariño formal no eran usuales en mi casa, cosa que era de agradecer. Todo esto creaba un enigma sobre cómo se relacionaban afectivamente los demás. Las películas no mostraban tampoco estas manifestaciones. No había imágenes que mostraran el contacto físico afectivo. Esta falta de referencias afectivas debió ser el mejor mecanismo de control de masas y el más castrante. Solo había como excepciones las muestras de cariño de las mujeres hacia los niños y de los niños hacia sus madres pero eso formaba parte de la fragilidad tanto del niño como del concepto de mujer. Un niño sano era el que a edad muy temprana tenía la suficiente fortaleza como para rechazar el contacto físico con su madre. La relación del niño con su padre no debía tener contacto físico ninguno. A excepción de las formales, un beso frio de saludo o despedida. No recuerdo haber abrazado a mi padre ni que mis amigos o familiares lo hubieran hecho. No recuerdo tampoco ninguna documento gráfico que lo mostrara. No puedo evitar sentir una profunda tristeza escribiendo esto. Tengo presentes los tiernos abrazos que me dan mis hijos, ya adultos.
Yo sabía que tocarle a mi padre la cara públicamente llamándole “bollin” era una ruptura de la norma establecida. Era la única persona que lo hacía, a nadie vi nunca tomarse tamaña confianza con un progenitor. Mi ingenuidad, mi carácter y mi personalidad y por su puesto la fortaleza moral de mi padre lo permitían. Siempre lo tome como un hecho especialmente entrañable y un muestra inaudita de confianza paterno filial de la que incluso hoy me siento orgulloso aunque ya no tenga valor alguno.
En la relación con mi madre lo particular no eran las muestras físicas de afecto, siempre la abrace con afecto y ternura y ella me besaba con una besos muy sonoros que ahora me descubro dándoselos yo igualmente a mis hijos. Lo francamente especial estaba en que yo podía hablar con mi madre de lo que quisiera. Cualquier duda, cualquier debilidad, cualquier emoción podía contársela a mi madre sin miedo alguno a la burla ni al reproche. Esto es algo que guardo en la esencia de mi corazón de niño como el mayor de los tesoros que poseo. No sé porque, mi madre nunca fue demasiado inteligente, ni tenia amplios conocimientos de mundo que nos rodeaba. Pero en ese punto si fue una madre para mí. Nunca estuvo especialmente encima de mí, nunca me agobio, me dejaba soñar.

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