ÚLTIMAMENTE ME DOY CUENTA QUE NADA ME HA SALIDO BIEN - VII Ver más grande

ÚLTIMAMENTE ME DOY CUENTA QUE NADA ME HA SALIDO BIEN - VII

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Mis hijos, siento que son mis tres triunfos ante una vida en el fondo bella y ante una sociedad injusta. Ellos están aquí, son portavoz de la misma que me grita que buenos son, estabas en lo cierto. Y sin embargo sé que ellos no sienten lo mismo que la historia se repite una y otra vez y que el padre siempre...

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Mis hijos, siento que son mis tres triunfos ante una vida en el fondo bella y ante una sociedad injusta. Ellos están aquí, son portavoz de la misma que me grita que buenos son, estabas en lo cierto. Y sin embargo sé que ellos no sienten lo mismo que la historia se repite una y otra vez y que el padre siempre, inevitablemente es castrante y ahí estoy yo, con un montón infinito de deudas contraídas con ellos... Tantas frases, tantos hechos, tantos gestos demoledores que se llena el resto de mi vida de reproches y a ellos tengo que plantarles cara. Sé que es suficiente con escucharlos, que así saldan en teoría las deudas que tienen conmigo. Sé que yo fui o intente ser igual y empiezo a saber de la soledad en la que estoy y la que me espera.
He construido una forma de vida interesante, apetecible y no les interesa, ellos que podían ser los continuadores que podrían multiplicar sus bondades, no les interesa. Siguen sus caminos ajenos totalmente a este proyecto. No solo lo cuestionan. No parecen despreciarlo pero me dicen que es mi sueño y siento que me indican que debo ser coherente y continuar con él, no dejarme abatir ni dar el relevo. En el fondo es una mierda, no tengo deseos de empezar ni encuentro ninguna razón para ello, he descubierto que es mentira y solo son ilusiones.

Poco a poco fui desprendiéndome de ese lastre que suponía ser “el farolillo rojo”, cuando cumplí diez años ya no era el último del colegio, seguía siendo un alumno mediocre tirando a malo pero no era de los peores ni por mi comportamiento ni académicamente y esto me consta que no se debía a un cambio de actitud frente al estudio ya que me seguía aburriendo notablemente leer y solo lo hacía en las condiciones obligadas imprescindibles. Por otro lado me seguía comportando con la bondad que me caracterizaba, aunque debía ser un alumno nervioso y comunicativo, siempre me ha parecido que lo fundamental de la enseñanza era compartir conocimientos con los compañeros y siempre he considerado que las relaciones humanas son mucho más gratificantes que cualquier otro tipo de aprendizaje.
Aquellos pederastas morales sabían que el ridículo era más efectivo que el castigo físico por muy sofisticado que fuera este. Para menoscabar la autoestima de un niño hay que buscarle un apelativo denigrante, a poder ser que le niegue su condición de ser humano. Un niño sin autoestima se someterá fácilmente a los principios morales impuestos. Lo aislara del resto de compañeros de grupo y por lo tanto lo acercará al terrible dios creador de los infiernos. A ese dios capaz de crear a un hombre con un pecado inherente a su propia naturaleza. A un dios tan sádico, cruel e injusto que sea capaz de castigar al dolor perpetuo del fuego eterno, a un infierno para toda la eternidad a su propia creación, a sus propios hijos, todos somos hijos de ese dios nos decían. Ese dios era infinitamente más malvado que el propio satanás que también era su hijo. Que castigo tan desproporcionado, que aberración tan absurda que sociedad esta que sigue inmersa en estas disciplinas y creencias en los que sus mandatarios tienen el respeto estatal e institucional. Donde todavía hay reyes que incluso se inclinan y veneran. Estas enseñanzas nunca se las he perdonado a mis padres, ellos eran los últimos responsables de que me las inculcaran. No me basta con pensar que también ellos fueron víctimas de esas creencias. La naturaleza del ser humano está por encima de tan inconcebibles aberraciones. Maldigo la creencia en dios. La inmensa mayoría de seres humanos que conozco parecen haber olvidado estas creencias incluso tal vez nunca buscaron el motivo y la razón de estas enseñanzas, al hacerlo se han convertido en cómplices involuntarios, han perpetuado estas atrocidades y lejos concluirlas con el olvido nos han cargado a otros con su miedo. No puede haber olvido ni justificación ni perdón alguno. El ser humano tiene que crecer inmune a estas creencias y para ello tiene que constatar claramente su existencia.
Hubo un religioso que dentro de su clase me llamo y hacerlo me bautizo a conciencia con un mote que repetiría teóricamente para el resto mi vida, mis propios compañeros. Ellos serían el eco perpetuo de sus ideas educativas. Mis propios compañeros de sometimiento serían los encargados de repetirme y recordarme con este mote, quien mandaba, quien tenía la autoridad y la capacidad para juzgar y por la tanto castigar mis actos. Aquel mote era el de “gori gori”.
Con el tiempo descubrí que su significado era: “Canto lúgubre de los entierros” lo cual no tenía sentido alguno por que si en algo destacaba es en ser un niño alegre, abierto y comunicativo pero acaso esto de igual, los demás niños debieron asociarlo a “mono” o “gorila”. Mi pelo pelirrojo me hacía singular y característico, pese a que había un par de pelirrojos más contando el resto de las clases de mi curso. Uno de ellos fue siempre mi mejor amigo: Alfredito. Lo cierto es que un mote suele menoscabar notablemente la autoestima, lo observaba en muchos de mis compañero que cargaban también con apelativos singulares, normalmente eran muy crueles y estaban basados en alguna malformación, deterioro o característica física singular, por lo que mi apelativo me hizo dudar de la bondad de mi aspecto físico, aunque nunca me aprecie ninguna característica simiesca que avalara dicha apelación por lo que procuré no darle mucha importancia, también era sabido que cuanto más te ofendías más te lo llamaban y repetían. A mi padre que era profesor del colegio, le apodaban “El ojos” porque tenía pérdida de visión en un ojo. Yo me entere muchos años después, a los 17; nunca supe si él lo sabía pero fue para mí, muy decepcionante y cruel que lo llamaran así.

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