ESTABA CURAD – XXI Ver más grande

ESTABA CURADO – XXI

Nuevo

Mi dolencia cardiaca había pasado a la historia. Me apunte en equipo de hockey sobre hierba de la universidad. Formaba además parte del de baloncesto de la residencia universitaria junto con mis amigos que eran muy aficionados, me dejaban incluso jugar en los partidos importantes...

Más detalles

Más

Mi dolencia cardiaca había pasado a la historia. Me apunte en equipo de hockey sobre hierba de la universidad. Formaba además parte del de baloncesto de la residencia universitaria junto con mis amigos que eran muy aficionados, me dejaban incluso jugar en los partidos importantes.
Una vez recuerdo uno contra los primeros clasificados "el equipo B de los profesionales que jugaban en segunda". El estadio estaba bastante lleno porque después de nosotros jugaban ellos. El partido estaba perdido, el B eran muchisimo mejores que nosotros. Aquellos prepotentes rivales pretendian llegar a los 100 y nosotros apenas habíamos marcado la decena. En estas circunstancias me sacaron al terreno de juego ya que todo estaba perdido. Abrumado frente a semejantes adversarios, me encontré con el balón en las manos y me dirigí hacia la canasta, curiosamente ningún rival se me acerco a defender, di mis dos pasos y ¡cole una canasta!. Recuerdo perfectamente a todos los jugadores parados y la cara de estupefacción de Juan Carlos mirándome y reaccionando al momento, gritándome ¡que es en la otra!. Acaba de meter una canasta en solitario en mi propia cesta. El estadio, casi repleto, aguardaba que comenzara el partido profesional, como si de una payasada se tratase aplaudía enfervorizado y entre risas mi proeza. Yo levante los brazos y no me quedo otra que saludar a la afición como si se tratase de una canasta voluntaria, en respuesta al repaso que nos estaban dando. Pero juro por lo más sagrado que mi intención fue metérsela al rival.
Aquello sirvió de comentario y escarnio durante mucho tiempo. Pero era algo que nunca me importo, tampoco vi maldad alguna en las risas que provocaba aquella anécdota, ni en los motivos que inducían a los comentarios. Después de aquello, por supuesto, seguí jugando en el equipo y me llamaron "el internacional".
Los antidepresivos debieron hacer efecto, los recuerdos son gratos.

En Granada no se respiraba ningún ambiente político, toda la ciudad estaba unánimemente conformecon todo. Los estudiantes rondaban a las chicas, y yo como uno de ellos, de vez en cuando, recitaba alguna poesía acompañado por los acordes de la guitarra de Pepe. Aquello debía sonar en la noche granadina con un fuerte olor a rancio que ninguno de nosotros notaba.

Aparecieron las primeras pancartas de la “Junta Democrática” en la cantina de la universidad. Las observaba con consternación y asombro, porque hablaban con descaro de democracia. A la residencia acudió un ponente a dar una conferencia sobre el “garrote vil”. Al parecer se trataba de la forma más limpia y menos dolorosa de matar a un hombre. Y en España hacia 10 o 15 años que no se aplicaba. Parecía una conferencia progresista...

El año siguiente todo siguió igual, los estudiantes solo se manifestaban para rezar “la salve” un día concreto del año. El delegado de gobernación, prohibía cicha salve, y los estudiantes lo desobedecían acudiendo a rezarla en una conocida plaza. Los grises cargaban, pero poco. Aquellas eran las manifestaciónes más cutres y vergonzosas que se debian realizar en España, muestra inequivoca de la generalizada inquietud estudiantil de Granada.
En Sevilla al parecer era diferente. Mi hermano había estudiado allí y era profesor de física en la universidad. Mi prima Carmen, solo un año mayor que yo, estudiaba química y pertenecía a un partido maoísta clandestino. El “PT”, (Partido del trabajo). Tenía un novio asturiano que conmigo era muy cariñoso y amable, se llamaba Monchy. Recuerdo que aquella navidad me llevaron los dos de bares por Sevilla. A tomar vino. Y lo tome, si lo tome. Y pese a queres ser prudente, el morapio me traiciono. Antes de la media noche, ya de vuelta, observe con estupor, como la universidad entera se tambaleaba de un lado al otro del guadalquivir. Estaba borracho, era mi segunda vez. Llegamos a casa de mis tíos donde dormíamos todos, incluidos mis padres. Su reacción me pareció muy exagerada. Mi padre no quiso ni hablarme y mi madre me dijo que antes de que verme "hecho un borracho" prefería verme muerto. Aquello me dolió... el alcohol nunca me atrajo demasiado, de hecho con los antidepresivos ni lo probaba, pero en ese periodo me encontraba bien y había suspendido la medicación.
El alcohol había dejado una huella imborrable en mi familia. Mi bisabuelo paterno había sido alcohólico, mi abuela paterna al parecer también. Ninguno de mis padres bebía, ni siquiera los había visto nunca alegres por el alcohol.

Mi prima era muy aficionada a la fotografía. Monchy, ella y yo, conseguimos revelar grandes ampliaciones de más de un metro, tuvimos que emplear la bañera, incluso nos fabricamos una cubeta de cartón y la forramos con plástico. Fue una gloriosa experiencia.
Un día, íbamos los tres en autobús por Sevilla y un revisor me pidió el billete, yo lo había pagado pero no lo encontraba, debí haberlo tirado sin darme cuenta. Son momentos en que de alguna manera, uno se siente ridículo o al menos así me sentí yo y empecé a agobiarme. Monchi arrugo su billete y disimuladamente me lo paso. Acababa de librarme de un apuro y no se burló después de mí. De ambas cosas le quede profundamente agradecido.
Un par de años después, al perecer ella se enrollo con el jefe del partido en Sevilla y rompió con él. Monchy la citó en la puerta de la universidad, llevaba una pluma estilográfica en la mano, cuando apareció ella con la moto y llego a su altura, él, sin mediar palabra, le clavo la pluma en el ojo. Ella consiguió continuar con la moto y huyo. Tuvo la fortuna que no le saco el ojo, solo le perforo el parpado. El hecho no fue denunciado, pero él desapareció de Sevilla y nunca más se supo. Al parecer cuando se enteraron sus amigos de partido, lo amenazaron de muerte si volvían a verlo. Fue un hecho veraz, mi hermano vivía con ella, con mis primos y con mis tíos. Consterno lógicamente a la familia. A mí me lo conto ella personalmente, era la primera vez que sentía en mi entorno próximo un acto de semejante violencia. Me impacto mucho, sobre todo porque Monchy parecía pacifico e incapaz de tamaña atrocidad.
No afectan de la misma forma las cosas cuando el agresor es un extraño. Cuando lo conoces parece que tu seguridad en el conocimiento del mundo y de las personas que te rodean, se tambalea.
Nunca supe que hubo realmente detrás de esa historia.

Reseñas

No hay comentarios de clientes por ahora.

Escribe tu opinión

ESTABA CURADO – XXI

ESTABA CURADO – XXI

Mi dolencia cardiaca había pasado a la historia. Me apunte en equipo de hockey sobre hierba de la universidad. Formaba además parte del de baloncesto de la residencia universitaria junto con mis amigos que eran muy aficionados, me dejaban incluso jugar en los partidos importantes...

Escribe tu opinión